La familia, la clave del Distributismo
Bueno,
había prometido seguir escribiendo sobre esto… a lo mejor algún despistado anda
por la Red buscando información respecto a esta palabrita y le puedan servir
mis reflexiones… o quizás algunos de mis amigos se sienta de verdad llamado a
profundizar e implementar este estilo económico, sobre todo aquellos dueños de
empresas o empresitas; sería un ejercicio interesante.
Pero bueno, según pude observar –y leer
y leer-, hay mucha más información sobre Distributismo de la que pareciera.
Lamentablemente también hay muchas confusiones sobre el verdadero sentido y
finalidad de este estilo financiero, por lo que me parece importante abordar lo
que NO es, para después hablar de cómo lo practicaba en concreto el buen
Chesterton y sus amigos pensadores.
Muchas veces se confunde el
Distributismo con muchas corrientes e ideologías que sonaron mucho en el tiempo
en que surgió:
·
Crédito
social.
·
Corporativismo.
·
Agrarismo.
Incluso
hay quienes han llegado a afirmar que el Distributismo es un pensamiento
precursor del ecologismo o del socialismo moderno, o incluso de la
responsabilidad social empresarial.
El Distributismo no es voluntarismo ni
filantropía, ni siquiera es un código de ética para el capitalismo (aunque
denuncia fuertemente que este sistema económico no se atiene ni a sus propias
reglas).
No es tampoco la “solución ética”
individual para el problema de la economía y, por sobre todo, el Distributismo
no es utópico, es real y realizable: “No es una
técnica diseñada por expertos, ni una ideología pergeñada en la reclusión de
una biblioteca, ni un pedante magisterio impartido en las aulas desde un
taburete. Menos aún es una escuela de la economía o la sociología…” (ligadistributista.blospot.mx).
¿Qué es entonces? Me llama la
atención, el Distributismo tiene como centralidad a la familia (institución tan atacada y ninguneada actualmente); ella
es su clave de interpretación: “Al distributista
no le preocupa el Estado porque amenace la libertad individual, sino porque
pretende arrogarse el papel que sólo corresponde a los padres de familia. Al
distributista no le preocupa el monopolio porque amenace la libertad de
mercado, sino porque termina sacando a los padres del hogar esclavizándolos en
una línea de producción alienante e internando a los hijos en escuelas donde
son un número más que debe cumplir con ciertos estándares promedios igualmente
deshumanizantes” (Ibid).
Parecería por tanto una doctrina
católica, pero no lo es, al menos no exclusivamente pues, aunque no se duda de
la influencia de la Rerum Novarum de León XIII en el desarrollo de esta opción
en la mente de Chesterton y Belloc, ellos nunca pretendieron convertir a nadie
es, en todo caso, es volver a la tierra, a la familia… o que la familia vuelva
a la casa, a la comunidad; mayor campo de acción –y acciones, sí acciones de la
Bolsa, por parte de los trabajadores-, influir en la producción agrícola
organizada por los mismo campesinos, dando prioridad a sus necesidades y no a
las del Estado, conservar la tierra, producirla respetuosamente, jornada
laborales justas –como decía Vasconcelos, que permitan al hombre trabajan
honradamente, estar con su familia el tiempo suficiente, recibir el salario
justo y necesario que le alcance para una casa digna, despejarse, capacitarse,
conocer y viajar-. Para esto es cambiar todo el sentido del capitalismo, es
decir, tener mentalidad de distributismo, que no es otra cosa que, con el
dinero generado por todos, alcance para una vida para todos… que con el dinero
que recabe el Estado permita una vida digna para todos, no sólo para políticos
y empresarios. Para esto se necesita mucha determinación, capacidad administrativa
y voluntad… cambiar los parámetros.
Este no es un negocio raro… ¡es
rarísimo!, pero posible.
Comentarios
Publicar un comentario