Conociendo una palabra que puede cambiarlo todo: Distributismo
Ni
siquiera el corrector ortográfico de Word reconoce la palabra, de ahí que,
seguramente, la mayoría de nosotros no la hayamos siquiera escuchado.
La distribución de bienes, o mejor
dicho, la correcta distribución de bienes, es una idea de G.K. Chesterton –junto
con su gran amigo Belloc-, quienes propusieron una tercera vía económica al
capitalismo y al socialismo; el distributismo o distribucionismo que se basa en
los principios de justicia de la Doctrina Social de la Iglesia y,
principalmente, en el contenido de la Encíclica social del Papa León XIII, la Rerum Novarum.
“Demasiado capitalismo no quiere decir
muchos capitalistas, sino muy pocos capitalistas”, un sistema que para
Chesterton permitía la propiedad sólo de unos cuantos… y el socialismo, que no
permita siquiera la propiedad, ambos sistemas desgastados, el primero, haciendo
más ricos a los ricos, el segundo como un sistema reaccionario, queriendo
destruir lo construido.
Bueno y ¿qué es distributismo, tal y
como Chesterton lo entendía? Antes de contestar esta pregunta debo reseñar un
poco cómo llegué a conocer la palabrita e interesarme tanto en ella.
Me encontraba navegando en la Red
(mientras suplicaba que el cierre de esta edición del Periódico, en el que
trabajo, no me obligara a quedarme hasta medianoche), así que me dije, hoy es
día de escribir en mi blog. Hace unos meses leí que alguien en Londres pretende
introducir la causa de canonización del buen Chesterton, así que claro, debo
ahondar más en el personaje, el cual es inspiración para este blog. Sentí una
gran necesidad de dar a conocer quién era él, así que me encontré leyendo su
biografía. Cuando más interesada estaba en
la lectura surgió esta palabra: “distributismo”. Sentí como si fuera el
descubrimiento del universo, el hilo negro a los males del mundo (exageré un
poco en mi entusiasmo), y me pregunté por qué nadie hablaba de eso, por qué no
era tema común si era tan necesario. Así que abandoné la biografía de
Chesterton y me dediqué a buscar “distributismo”. Para mí sorpresa, varios
blogs dedicados al gran escritor hablan de esta palabra, incluso hay páginas Web
dedicadas a esta opción económica, claro con visión cristiana todas.
Por lo tanto decidí, antes de hablar del
escritor, hablar de su pensamiento (quizás por esa vía muchos se interesen en
él), y por lo pronto quisiera ahondar en este tema justamente, además porque tiene
mucho qué ver con lo que dice el Papa Francisco sobre la justicia social… si no
me creen, échenle un vistazo a sus homilías diarias para que se den cuenta
(además Francisco es gran admirador de Chesterton).
Para empezar (y será el primer post de
varios que dedicaré al tópico), pondré el decálogo del distributismo
proporcionado por clubchesterton.com
más algunas aportaciones mías.
Decálogo del
distributismo (empezando con los primeros cinco puntos de la DSI):
1. El principio de bien Común.
Una sociedad que quiere estar al servicio del ser
humano pone como meta el bien común. Por él se respeta y se promueve
integralmente a la persona humana… corresponde al Estado velar por garantizar
su pleno desarrollo.
2. Subsidiariedad
(Otra
palabrita difícil aunque esta vez el autocorrector sí la reconoció), Es
imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los
grupos, las asociaciones, las realidades territoriales locales. (En lo que entendí, subsidiar es el apoyo que
se les dé a las pequeñas entidades sociales, de manera institucional o incluso
desde el Estado, con tal de que conserven su autonomía. Es, en sí, la caridad…
organizada).
3. Participación
La
participación en la vida pública es fundamental e ineludible para el católico,
quien debe saber que ésta no se limita a algún sector particular de la vida
social sino que se extiende a todos los ámbitos donde se desarrolla el ser
humano. (Obviamente también el Gobierno
debe dar los espacios para dicha participación, pero tampoco se vale que, escudándose
en la cristianísima frase: “al César lo que es del César”, muchos católicos se
muestren insensibles e indiferentes a los temas sociales que a todos nos
deberían importar).
4. Destino universal de los bienes
Primacía
de la persona: La propiedad sirve al hombre, no al revés… El destino universal de los
bienes continúa siendo primordial, aunque la promoción del bien común exija el
respeto de la propiedad privada, de su derecho y de su ejercicio.
5. Solidaridad
El
ser humano no es individuo sino persona, y en tanto persona relacional. Es un
ser trascendente también en tanto que su interés no es meramente personal, sino
el de la comunidad. La hermandad humana exige una actitud de unión y ayuda
entre todos los seres humanos en cualquier sociedad sana.
6. Localismo
La separación de la economía (oikos, casa)
del hogar no es natural y es parte de un proceso de fracturación más grande. El
feminismo separa a la mujer de la casa, el capitalismo separa al hombre de la
casa, la fábrica separa la manufactura de la casa y la industria de información
y entretenimiento separa la originalidad y la creatividad de la casa, lo cual
nos hace meros consumidores y no ciudadanos activos (espero alguien más pueda ayudarnos a ahondar en este punto… si no lo
haremos más adelante, está interesantísimo).
7. Gremialismo
Es
una asociación de hombres con un mismo oficio que se dedica al mutuo apoyo (como un buen sindicato, pues). Tiene
cuatro características:
·
Garantiza su propiedad. No la destruye como el comunismo, la hace
permanente y se segura que la competencia injusta no lleve a la destrucción del
pobre por el rico.
·
Adquiere del Estado el derecho de tratar los asuntos que son de
incumbencia de sus miembros.
·
Un miembro del gremio debe observar ciertos límites en la competencia
contra sus compañeros de gremio. Hay cosas que puede hacer y cosas que no. Las
reglas de conducta profesional se deben obedecer bajo pena de ser expulsado del
gremio y perder el derecho a ejercer su oficio.
·
El gremio se auto-gobierna dentro de los límites de su carta de
naturaleza. Tal carta de naturaleza se la debe a la autoridad del Estado, pero
debe ser escrita y ratificada por quienes llevan a cabo el oficio.
8. Favorecer la pequeña propiedad
Si hay, como hoy en día cuatro gatos con mucha
propiedad, algunos con poca y muchos con ninguna, estamos en un sistema injusto
además de inestable. Cae uno de los cuatro gatos y todo se va al garete. La
propiedad da estabilidad a las personas y todos deben tener suficiente
propiedad como para poder ganarse la vida honradamente. Deben ser, al menos,
propietarios de sus propias herramientas de trabajo y de su casa.
9. El valor del trabajo
El trabajo tiene una dimensión subjetiva más importante que el capital.
No debe tratarse, pues, de forma utilitaria, ni establecerse el sueldo, en el
caso (que debe ser excepcional) que una persona dependa de un sueldo,
únicamente atendiendo a criterios materiales. En la encíclica laborem
exercens, Juan Pablo II dice que el problema del trabajo es clave en la
cuestión social, y hace hincapié en la primacía del hombre (el trabajador)
sobre el instrumento (el capital).
10. No es teoría política ni
económica: es la adecuación a la naturaleza humana
“… lo que podemos hacer es avanzar en el camino, propagar la idea,
propagar sus resultados”, decía Belloc. “[No queremos] la distribución
igual de propiedad. Si tienes una sociedad en el que la norma, quizá no la
mayoría, pero el número determinante de hombres tienen seguridad en lo que
hacen, con su personalidad y su producción asegurados para el futuro, has
establecido un estado saludable, has reconstruido la propiedad.”
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